OTTO DE MI ALMA ... FELÍZ 10º TRISTE CUMPLEAÑOS


Hoy, precisamente hoy, es tu décimo cumpleaños. Hoy que van a hacerte la última analítica que sentencia tu presente, nuestro presente. Que, casi de sobra sabemos, dará paso a un alto en tu camino.

Te abrazo. Te abrazo como queriéndome resguardar del tiempo y en realidad eres tú el que necesitas y quieres tiempo. Pero no éste sino uno más sano. Un tiempo en el que tu cuerpo responda al compás de tus ganas, de tu fuerza, de ese ímpetu único que estás mostrando y demostrando.


 
Jamás imaginé tu esqueleto. Ahora lo veo, lo palpo y me araña el alma. ¿Dónde fueron las grasas y los músculos que con sus ausencias te regalan temblores de frío?

En cada jeringuilla de alimento te añado deseo y potencia pero estos días desaparecen tras disolverse pues no te llega mi intento.

Qué manera más admirable posees de luchar, Otto. Nadie en tu estado podría mantener siquiera el alma en pie.

Tu partida hasta forma parte de mi terapia porque me cuesta admitir el final de la vida, porque me cuesta admitir el final de tu vida junto a la mía, junto a la nuestra.

Qué lindo fue independizarnos juntos. Ser dos en estos metros cuadrados de tiempos agorafóbicos observando pasar las respiraciones más incautas y siendo poco a poco gigantes cogidos de pata y mano. Tengo tanto que agradecerte. Tú lo sabes. Porque hemos sido amigos, familia, paciente y cuidadora médica, hijo y mamá perruna, colegas de paseos, comidas, vinos, peli y manta de Domingo. Hemos sido muy felices, ¿verdad? Pese a lo difícil que hicieras el tener ese punto tan dominantemente primitivo y protector conmigo. Punto que yo, y solo yo de manera inconsciente, reforzaba.

Qué inolvidable dulzura cuando querías dormir sobre mi panzota encinta y David saludaba tus ronquidos con pataditas hiperactivas. Qué bello es ver como, hoy por hoy, no deja de decir tu nombre desde que se levanta, de preguntar por tí cuando no te ve y de abrazarte con ese amor-algodón que le caracteriza. Es maravilloso ver, desde mi lado, cómo tú quieres estar constantemente cerca de él, buscar sus caricias ahora que ni tus riñones ni tu estómago te permiten quedar a la espera de un trozo de bizcocho o galleta caídos.

Muero de risa cuando el cara-dura no quiere comer más y asoma la manita, a la vez que te llama, como queriendo decir que no pasa nada aunque no coma que tú te encargas de rematar la faena. Pero tú ya no tienes hambre, y lo que es peor ya no quieres beber casi.

Te vuelvo a acariciar y en mis dedos se marca el recuerdo en huella de tus costillas.

Lo que daría por saber qué me quieres decir con esa mirada.

La eutanasia es una pesadilla en vida, dejar la vida de alguien en manos de otro … Es más; en manos de la persona que más te quiere y necesita. Acto de amor la llaman. En mí, ahora, es una losa que me aprieta, un cubo de metacrilato a medida de mi cuerpo y sin aire, una imagen desconocida que marcará la culpabilidad de mi futuro y la impotencia de mi presente.

Ojalá el ciclo natural de la vida se plantara frente a nosotros para decirnos que ahí están sus manos y dejemos los hechos sobre ellas. Pero no. El camino tiene estas fases oscuras de desesperanza que enfrían nuestra mente, quiebran nuestros corazones e incluso pierden trozos por el camino. Trozos irrecuperables que caen en los sacos de la memoria y el recuerdo.

Mientras tanto, al otro lado del miedo, de las palabras, de la agria incertidumbre, de las lágrimas más aguantadas y saladas de los días … A ese lado siempre está la esperanza. Preparada para llevarse el golpe moral, sentimental o como quiera llamarse tal dolor. Pero ahí está … Firme, siempre presente, siempre recta y con el pie levantado para avanzar o ser usado de tope contra la puerta de la realidad. Esperanza siempre incrédula, infantil y ferrosa a la vez.

Al otro lado de ella; la mente. Que deberá salir en su busca para recogerla, salvar sus añicos y abrazarla con mantos de razón y superación una vez llegue el golpe.

¿Qué debo hacer Otto?
 
 
 
TEXTO E IMAGEN:
David· un bebé que crece sano, felicísimo y rodeado de amor.
Karla· una madre mirando hacia el pasado para seguir mejor por el presente.

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